domingo, 4 de septiembre de 2011

¡Ay dolor!

Vivimos en un mundo enfermo, tan enfermo, que el principal vínculo de conversación frecuentemente es el sufrimiento. La plática común cuando dos personas se encuentran, usualmente es una lucha para determinar quién ha sufrido más. Tal parece que entre más padezcamos, más merecemos el reconocimiento de todos y hasta cierta admiración. Creo que todos tenemos un familiar o un amigo que nunca está bien, sino que es un rosario de sufrimientos, tragedias y dolores.

Tal parece que el dolor nos debería unir, como si fuera el único vínculo que puede recordarnos, que la persona con quien estamos es un ser sensible. El sufrimiento lo mostramos en la cara, en los ojos lejanos, en las palabras que no se dicen y en las miradas que van sin rumbo hacia el horizonte. Y es el dolor el que lamentablemente a mucha gente le da un sentido de existencia. Muchas personas se presentan a sí mismos como empresarios o como deportistas, pero muchos otros se presentan como sufrientes, depresivos, tristes o como seres sin esperanza. El dolor está de moda y el dolor sin sentido es muy socorrido en estos días.

Hay dos tipos de sufrimiento, el dolor auto infringido y el dolor con sentido. Afortunadamente el dolor que nosotros mismos nos provocamos puede tener un límite, simplemente, después de haber sufrido, lo que nosotros consideramos suficiente y después de haber provocado mucho dolor en las personas que nos rodean, en lo más profundo del corazón se decide que ya fue bastante y se busca una salida para dejar de sufrir. Así, sin tanto rollo y sin tanta vuelta, decidimos cambiar de vida. Podría haber muchos métodos para dejar de sufrir, pero creo que el único efectivo, es levantarse de donde estamos y cambiar de vida, así, sin tantas explicaciones.

El dolor es una actitud del corazón y el sufrimiento es la explicación que le damos a las experiencias que hemos tenido. Un hecho por sí mismo no es bueno o malo, nosotros mismos lo explicamos y en esa explicación se establece si nos generará alegría o dolor, cada quien lo etiqueta conforme a su gusto. Pondré un ejemplo muy sencillo: hacer ejercicio todos los días, para muchos es un dolorosa experiencia que sólo los lastimará una rodilla (suceda o no) para muchos otros, el ejercicio es la búsqueda de una vida más saludable. Sé que éste es un ejemplo muy trivial, pero visto a esa escala, podríamos analizar cada uno de nuestros "dolores" y quizá descubriremos una mejor manera de vivirlos.

Por supuesto que hay dolores mayúsculos, no los puedo subestimar, pero no tenemos el derecho de quedarnos estancados 20 años, sufriendo por sufrir. Si alguien está en esa situación seguramente requiere ayuda profesional, porque no es normal sufrir tanto tiempo. ¿No crees que ya le dedicaste mucho tiempo a tu sufrimiento? ¿No crees que ya es suficiente? Muchos en su interior decidirán que todavía quieren unas lágrimas más, pero muchos de nosotros decidiremos dar el siguiente paso. Y el siguiente paso, es una vida más saludable.

El sufrimiento termina cuando establecemos estrategias para tener una vida más productiva, más interesante, más alegre y con sentido. El sufrimiento terminará cuando nosotros mismos lo decidamos, el sufrimiento es una actitud, no un sentimiento. ¿Te duele tu trabajo? ¡Cámbialo! ¿Te duele tu familia? ¡Trabaja para mejorarla! ¿Qué te duele? Seguramente sólo aquello en lo que has sido negligente.

¿Ya despertaste?
Gracias por leerme.
José,
A esta vida vine a vencerme.
Twitter: @JoseElPensador
(Ya no soy soñador, porque ya desperté)
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Para dudas, comentarios y sugerencias de temas escribe a jandradel@hotmail.com
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